El 28 de septiembre de 2024 Jorge Valdano publicó un nuevo artículo sobre la actualidad futbolística para el periódico español El País. Aunque ya puedes leer el texto completo en la web del periódico, os dejamos aquí el artículo:

Vini y el alto voltaje del derbi

Vinicius es el centro de la diana de la afición atlética y se prevé que el domingo la grada cree ambiente en su contra.

Atlético de Madrid-Real Madrid es un partido con todos los ingredientes que hacen grande el fútbol. El tiempo y la vecindad han ido trabajando sobre la rivalidad de los dos equipos. Hay antecedentes de sobra para ponerle acento emocional al partido y argumentos técnicos para potenciar el espectáculo. También algún nombre propio, como el de Vinicius, que en estos días enciende cables de un mayor voltaje que conviene manejar con cuidado.

Hablemos de Vinicius, un jugador de tal nivel que condiciona el resultado de un partido. El futbolista se jerarquiza en función de su talento y aquí hablamos de uno de los principales candidatos al “Balón de oro”. Palabras mayores.

Vinicius nos enseñó cuánto juego, placer y porfía hay en la construcción de un talento. Una permanente retroalimentación positiva y negativa que empuja a mejorar al futbolista inteligente. En su caso la travesía fue dolorosa porque cuando se puso la camiseta del Madrid las imprecisiones en la definición le valieron críticas de tono mayor. Las críticas siempre fueron siempre un producto típico en un club como el Madrid, pero ahora hay nuevos vehículos para las faltas de respeto expresadas en mensajes y memes en las redes. El fútbol de Vinicius quedó fortalecido por la entereza de quien supo pasar por estas dificultades sin rendirse. La lucha y la competitividad forman parte de su naturaleza. Si no hubiera un alma en el estadio, él se estaría fajando igual. Razón por la que tiene mi admiración.

Olvidados aquellos episodios por la evidencia de su gran rendimiento, Vinicius está atravesado ahora por otras incomprensiones y prejuicios. Algunos afectan a los jugadores en general. Por el poder que les confieren las fortunas que ganan, mucha gente piensa en ellos como futbolistas, como triunfadores, como famosos, como pobres que se hicieron ricos, como ricos a punto de convertirse en idiotas. Pero ni en un momento piensan en ellos como personas.

Mucho menos la gente que se amucha en las tribunas, esas “multitudes anónimas e irresponsables”, como las definió Gustave Le Bon en Psicología de las masas. Gente que lleva a los estadios sus frustraciones y que siguen con obediencia bovina consignas de todo tipo, también antisociales. Ningún club se salva de estos excesos, que son tan viejos como el fútbol.