Littbarski, Mustafi, Karembeu, Cafú, Mazinho, Valdano, Kempes y Marchena reúnen cinco décadas de historia de los Mundiales sobre el césped de La Cartuja. Todos los detalles aquí abajo, gracias a la crónica del periódico Marca.

Campo de estrellas. La Cartuja se convirtió, en la previa del España-Suecia, en la mayor reunión de títulos mundiales de la que se tenga constancia. Por orden de veteranía, el argentino Mario Kempes (campeón del mundo en 1978); su compatriota Jorge Valdano (1986); el alemán Pierre Littbarski (1990); el brasileño Mazinho (1994); el francés Karembeu (1998); el mito brasileño Cafú (2002); el español Carlos Marchena (2010); y el alemán Mustafi (2014)aparecieron por La Cartuja para un foto histórica.

Han pasado 43 años desde que Mario Alberto Kempes alzase sus brazos al cielo de Buenos Aires, y ahí estaba, en Sevilla, en el MARCA Sport Weekend, recién aterrizado de Estados Unidos, acompañado de su mujer Julia y su hija Nicole. El ‘Matador’, entregado a su Fundación, conectó de inmediato con el resto de campeones en cuanto saltaron desde el túnel a bordo de los Hyundai, vehículo oficial del evento, con Jorge Valdano como cómplice en la Albiceleste. Llegaban juntos también Cafú y Mazinho, que bromeaban sobre la rivalidad de Sao Paulo, donde jugó el primero, y Palmeiras, donde militó el segundo. Ambos fueron campeones en el 94, y recordaban la charla previa a la final, donde un compañero les dijo que tenían que dar todo por su país. Como hacían en Japón los «kawasakis». Sí, eran los kamikazes.
Pierre Littbarski, con la sonrisa puesta todo el fin de semana, estaba admirado del imponente aspecto físico de Jorge Alberto Valdano. El argentino es mayor que él, y recordaba perfectamente cuando se encontraron en el Azteca, en la final del 86.
A Shkodran Mustafi le dijo un ‘amigo’ que cogiera chaqueta antes de ir a La Cartuja porque hacía fresco y nada más saltar césped comprobó que la prenda de abrigo no le haría ninguna falta. El sol calentó a conciencia el encuentro de campeones sobre el césped, donde esperaba el director de MARCA, Juan Ignacio Gallardo, que tenía preparada una sorpresa para ellos. Todos recibían la portada de MARCA del día en que fueron campeones del mundo.
Mustafi posaba orgulloso con la tapa que ganó con su selección en Maracaná. Llegó cansado al evento después de una semana de trabajo intenso y una sesión triple el mismo viernes. Hoy continuará con su trabajo específico en el Levante. Estelar.
Todos comentaban lo imponente del estadio sevillano y les parecía increíble que no fuera la casa de alguno de los dos equipos de la ciudad. Hoy será la Casa donde España debe obtener el billete a Qatar 2022.
Valdano recordaba que Kempes era año y medio mayor que él, y cuando le llamaban para la selección ya tenía claro que tendría pocos minutos.El Matador era el titular en la Albiceleste. Y ambos, junto a Karembeu, confesaron no guardar ninguna camiseta de las finales. la charla dio para hablar de fichajes, cuestionando el cambio en la tendencia: ya no se contrata lo que necesitan los equipos, sino a los futbolistas más llamativos.
La comida posterior fue una mina de anécdotas y risas. Sentados a la misma mesa, los jugadores -lo serán siempre-se pusieron al día. El primero en irse fue Carlos Marchena, que ejerció de anfitrión. Integrado en el Sevilla, estaba pendiente de los partidos de cantera. La hora se echó encima y había que acudir a los encuentros con los aficionados, en la Fundación Cajasol.
El colofón a una jornada inolvidable vino después. Sevilla es única. Para todo. No hay muchos lugares en el planeta donde los participantes en un evento tienen que cambiar de ruta por una procesión. Fue lo que ocurrió con Kempes y Karembeu, y el francés hizo buen uso de su teléfono móvil, retratando a conciencia la salida procesional de la Virgen del Carmen desde la Iglesia Conventual del Buen Suceso. En el estrecho callejero sevillano, las imágenes eran imponente, y el francés no dudó en llevarse otra imagen única. Eso sí, la foto que queda para la historia fue la que se tomó horas antes en la hierba de La Cartuja.