El 14 de noviembre de 2020 Jorge Valdano escribió un nuevo artículo sobre la actualidad futbolística para El País. Aunque ya puedes leer el texto completo en la web del periódico, os dejamos aquí el artículo:

Fútbol, una industria de seres humanos

No me extraña que jugadores y entrenadores estén levantando la voz

Un culpable

Siempre pensé que los hinchas tienen una doble vida: la de la cancha, cuando son arrastrados por la emoción, y la de su casa, cuando se convierten en seres pensantes. Los mismos tipos, con unas horas de diferencia. Pero resulta que ahora que el hincha está en el exilio y la masa no alimenta su fanatismo, sigue dándole una respuesta unívoca a problemas complejos. El Madrid, por ejemplo, tiene problemas de varias índoles: posiciones que no están dobladas, jóvenes demasiado tímidos, veteranos que no aguantan el ritmo enloquecido de la competición, dificultades de equilibrio que paga en las dos áreas, recibiendo demasiados goles y marcando pocos… El hincha clásico lo resume en un solo nombre propio, según apunte su obsesión. Para unos el problema se llama Marcelo, para otros Isco, para otros Zidane… Tendré que cambiar de opinión: en la cancha o en su casa, el hincha dice cosas de hincha.

Ida y vuelta de la plenitud

Lo explicaré con nombres propios que me resultan familiares y que, al tiempo, son universales. Argentina ganó el Campeonato del Mundo de 1978 con Mario Alberto Kempes como máximo goleador y mejor jugador del torneo. Después, ganó el Mundial 86 con Diego Maradona sacándole muchos cuerpos de ventaja al segundo mejor jugador del campeonato. Pero en España 82, Mario (el crack) y Diego (el genio) jugaron juntos y, sin embargo, Argentina apenas llegó al decimosegundo lugar. Claro que los nombres importan, pero más importan los momentos. En España, Kempes estaba de vuelta de su excepcional nivel y Maradona de ida hacia su consagración absoluta. De lo que habla este recuerdo es de la importancia que ha tenido siempre la plenitud en la carrera de los jugadores y del efecto que eso produce en los equipos. Grandes nombres propios, demasiado pronto o demasiado tarde, son solo eso: grandes nombres.

El Atlético llega a tiempo

La historia viene a cuento porque el Real Madrid y el Barça cuentan con jóvenes esperanzadores y con veteranos ilustres. Esto excita la imaginación de los aficionados, pero no parece una buena idea ante el masacrante calendario al que tendrán que hacer frente los futbolistas esta temporada. A los jóvenes les costará asimilar mentalmente tantos partidos estresantes, y a los jugadores ya curtidos les pesará físicamente exprimirse cada tres días. Creo que, en ese punto, el Atlético está mejor compensado. De los habituales, el único que se aleja, para arriba, de los treinta es Luis Suárez (33), que sabrá reparar las limitaciones de la edad con la ilusión del recién llegado, y el único que se queda corto (21) es João Félix, que costó 120 millones precisamente por su precocidad. Los demás son jugadores que juntan la experiencia con la energía; esto es, están en el punto máximo de su carrera. Conclusión: ahora o nunca.

Galácticos y humanos

Hace 20 años Luis Figo inauguró la era Galáctica en el Real Madrid. En estos días, artículos y documentales recrean el regreso de Luis a Barcelona, donde el fútbol mostró su fuerza pasional con manifestaciones de odio que no eran más que el reverso de un gran amor. Como ocurre tantas veces, el conflicto esconde cosas sustanciales. Visto en perspectiva, los Galácticos fueron un antes y un después en la historia del fútbol. Escenificaron un cambio de paradigma que obligó a tender puentes entre lo viejo, el juego mismo, y lo nuevo, la mercadotecnia de una industria sin chimeneas. Desde entonces los jugadores son héroes, las pretemporadas son giras y el fútbol, un gran negocio. Sigo creyendo que los puentes entre el antes y el ahora aún no son firmes. Y no me extraña que jugadores y entrenadores estén levantando la voz para que no olvidemos que la materia prima de esta industria son seres humanos.