Jorge Valdano ha sido entrevistado por el periódico Marca debido a los 50 años de su llegada a España. Ya puedes leer la primera parte de la entrevista aquí o justo debajo de estas líneas:

Jorge Valdano, 50 años en España: «El fútbol me apasiona y convertirlo en mi profesión ha sido una fiesta»

Jorge Valdano aterrizó en agosto y debutó en el fútbol español en septiembre. Medio siglo después, porque nos estamos remontando a 1975, repasa con MARCA un periplo increíble. Lo hace además en Vitoria. La ciudad en la que todo empezó…

Pregunta. Estábamos viendo un recorte del 31 de agosto de 1975. Hace 50 años que aterrizó en España…

Respuesta. Eso es, sí. Creo que llegué un 28 de agosto, hace ahora 50 años y unos días. Además, justo aquí. Claro, estos números redondos hacen que uno reviva viejos recuerdos, ¿no? El impacto de llegar a una ciudad nueva, fría… Yo tenía una imagen totalmente folclórica de España. Esperaba encontrarme a Lola Flores por aquí, pero no la encontré en los cuatro años que estuve. Fueron tiempos que marcaron a fuego mi vida. Uno cuando se va de su país entiende que es para regresar relativamente pronto, pero la cadena de consecuencias termina siendo infinita, hasta el punto de que nunca volví a Argentina y que hace 50 años ando por aquí.

P. En su fichaje por el Alavés tuvo mucho que ver Zárraga, que, como si el destino estuviese marcado, también era leyenda del Real Madrid.

R. Cuando yo conocí a Zárraga, no sabía de su pasado madridista. Él era muy amigo de Jorge Griffa, jugador del Atlético de Madrid, también de aquella época, y entrenador mío en divisiones inferiores. Y lo cierto es que Griffa convenció a Zárraga de que yo era el jugador y me convenció a mí de que el Alavés era el equipo. Y me dieron muy pocas opciones. Un día me hicieron la oferta a las ocho de la tarde y tenía que contestar al día siguiente a las diez de la mañana. O sea, sólo me dio tiempo a ir a mi pueblo, informárselo a mi madre, porque la decisión yo la tomé muy rápidamente, y volver a Rosario para firmar los contratos.

P. Pero, aunque desconocido en España, usted ya era internacional…

R. Sí, había contribuido al título de Newell’s Old Boys, que lo había ganado hacía poco tiempo por primera vez en la historia; habíamos ganado el Trofeo de Toulón y yo había metido el gol consagratorio; había debutado contra Uruguay con la selección mayor, marcando dos goles… pero eran tiempos donde las noticias tardaban en llegar a la otra punta del mundo, ¿no? Y por eso cuando llegué, en las primeras entrevistas, me tuve que presentar diciendo soy delantero y, en fin, las características que nadie conocía. Pero en aquella época era bastante difícil que alguien tan joven aceptara una oferta de esas características. Los jugadores solían aceptarlas a partir de los 25 o 26 años, cuando habían alcanzado ya la madurez, de manera que el mío fue un caso bastante excepcional para la época.

P. Cuatro temporadas en el Alavés y cinco en el Zaragoza, siguiente parada. Era un jugador de largo recorrido…

R. Además me identificaba muy fuertemente con los equipos en los que jugaba. Me sentía muy representativo. En Zaragoza me dio tiempo a ser capitán del equipo durante los últimos tres años. Y sí, la verdad es que fueron periodos muy largos en donde terminé de aterrizar en el fútbol español. O sea, cuando llegué a Vitoria tuve que adaptarme a unas condiciones totalmente nuevas para mí, sobre todo el barro y la violencia, porque en aquel momento se pegaba mucho en Segunda división. Ya en Zaragoza, con Leo Beenhakker, me abrí a otro tipo de fútbol, a la holandesa, con mucho balón y donde la técnica era más importante que la preparación física. Bueno, todo eso fue necesario para alargar el paso al final de mi carrera, llegar a la selección, primero, y al Real Madrid, después.

P. Entre el Alavés y el Zaragoza vivió el episodio del Corona de Aragón…

R. Estaba en un momento de rebeldía con la directiva del Alavés. Se me había hecho una promesa de que, si me quedaba más tiempo dentro del club, cuando me traspasaran me iban a dar el 40% de la transferencia. Y cuando llegó el momento vi que no se respetaba del todo el acuerdo verbal al que habíamos llegado. De manera que toda la comitiva se fue a Zaragoza y yo no los quise acompañar. Me fui al día siguiente, a primera hora de la mañana, por las mías.

Cuando llego encuentro una ciudad caótica, con ambulancias, con helicópteros, y cuando voy a la sede del club, ignorando totalmente lo que estaba pasando, que era excepcional, me entero de que el Corona de Aragón había ardido y que los directivos y Badiola, que era un compañero, estaban dentro del hotel: los directivos a salvo, pero Badiola había sufrido un golpe muy fuerte e incluso cierta intoxicación. Y a mí me dieron por desaparecido, porque mi habitación estaba reservada y sin ocupar. Yo recuerdo mi desesperación por llamar a mi casa para aclarar que estaba bien, porque me daba miedo que llegara el cable con la noticia antes que mi voz tranquilizándolos. Fueron momentos muy duros, sobre todo para Badiola y su familia, porque fue un antes y un después en su vida. Nunca volvió a jugar y además me consta que hasta hoy tiene problemas, sobre todo de tipo psicológico.

P. Y aparece por fin el equipo que le ha marcado, el Real Madrid, pero en el que como futbolista estuvo menos tiempo del que parece…

R. Menos que en Vitoria y que en Zaragoza. Cuatro años, pero el último sólo con un compromiso contractual y sin jugar, porque la hepatitis que tuve se me hizo crónica, de manera que ahí se me terminó no sólo el Madrid, sino también mi carrera. Pero bueno, es un club que dota de identidad a todo el que pasa por ahí. En mi caso, un poco porque fueron años en donde ganamos dos copas de la UEFA muy heroicas, y otro poco porque luego lo complementé con mi actividad como entrenador, como director deportivo y como director general, da la impresión de que mi vínculo ha sido mucho más largo de lo que en realidad fue.

P. ¿Se considera privilegiado por haber sido futbolista y por haber vivido todo lo que vivió o se considera desafortunado porque una enfermedad lo retiró del fútbol antes de lo esperado?

R. No, no. Afortunado, muy afortunado. Porque todo el recorrido fue siempre en ascenso. Yo era un jugador que tenía mucha voluntad, que después de los entrenamientos se quedaba una hora más mejorando cosas que me parecían imprescindibles y que no traía de cuna. Por ejemplo la pierna izquierda… y terminé jugando de extremo izquierdo. Quiero decir que son conquistas de la voluntad, cosas que no estaban en mi naturaleza y que sin embargo, gracias al entrenamiento, fui puliendo hasta el punto de llevarlas hasta el máximo nivel. Por otra parte, he sentido siempre el orgullo de ser futbolista. Soy un apasionado del del fútbol y haberlo convertido en mi profesión para mí ha sido una fiesta. Así que lo de Modric: ‘No llores porque terminó, sino sonríe porque ocurrió’.

P. Campeón del mundo con la juvenil y campeón del mundo con la absoluta en el 86.

R. Sí, en México. Un Mundial que fue hasta fácil. No tiramos un solo penal, no jugamos una sola prórroga… Era un equipo experto, con gente ya muy madura y con un genio adentro. Pero el hecho de que hubiera tantos jugadores maduros facilitó la convivencia con el genio. Sabíamos cómo poner en valor esa figura absolutamente diferencial que era Maradona.

P. Después está el episodio del Mundial 90, en el que Bilardo lo saca del retiro pero al final decide no llevarlo…

R. Sí, había algo de disparate en la misma aceptación de la oferta. Yo llevaba tres años fuera del fútbol, y además con tratamiento para resolver mi hepatitis. O sea, que estaba bastante debilitado. Pero Bilardo me pidió seis meses de sacrificio a cambio del Mundial… y lo acepté. Me fui a Argentina para entrenar muy duro, sufriendo mucho, ésa es la verdad, y teniendo algunos problemas musculares en el camino, pero cuando ya estaba en Roma, y faltando una semana para el comienzo del Mundial, me dijo que no me veía. Así que me quedé en Italia, pero para comentar los partidos con la Cadena Ser y sin campeonato. La verdad es que nunca más hablé con Bilardo, pero el nudo del 86 era tan fuerte que no logré no quererlo.

R. Sí, estuve primero en un equipo del Barrio de La Concepción. Yo entrenaba a ese equipo, absolutamente amateur, y al mismo tiempo hacía ‘El Día Después’ en Canal Plus. Luego, al año siguiente, estuve en el Juvenil B del Real Madrid hasta que llegó la oferta del Tenerife… y ahí que me fui a ser protagonista.