El 27 de marzo de 2020 Jorge Valdano escribió un nuevo artículo sobre la actualidad futbolística para El País. Aunque ya puedes leer el texto completo en la web del periódico, os dejamos aquí el artículo:
El virus le contó la verdad al fútbol
Los aplausos se mudaron de los estadios a los balcones. El juego, mal acostumbrado, se resiste a bajarse del escenario discutiendo sobre cómo y cuándo recomenzará la fiesta
El sentido de la proporción
El fútbol se creyó importante hasta que el coronavirus le contó la verdad: es solo una simulación de la realidad. Lo diré destacando su grandeza cultural: una gloriosa simulación de la realidad. El coronavirus le arrebató la atención, la preocupación y los héroes. Los aplausos se mudaron de los estadios a los balcones. El fútbol, mal acostumbrado, se resiste a bajarse del escenario discutiendo sobre cómo y cuándo recomenzará la fiesta. Siempre que encuentro esa falta de sentido de la proporción, recuerdo aquella historia que le leí a Churchill sobre un hombre que saltó del muelle para salvar a un niño que se estaba ahogando. Una semana más tarde, el marinero fue abordado por una mujer que le preguntó: “¿Eres el hombre que salvó a mi hijo en el muelle?” El marinero respondió modestamente: “Sí, señora”. “Entonces eres el hombre que estaba buscando. «¿Dónde está la gorra del niño?”.
Mirar para atrás
No solo el fútbol, sino el deporte en general, sigue buscando su gorra en medio del caos social. Como escribió Santiago Segurola, el COI parece la orquesta del Titanic. Pero la realidad se impone con la fuerza de la evidencia y, ya que no podemos mirar hacia adelante porque el paisaje es borroso, las televisiones se pusieron a mirar hacia atrás. He visto la final del Mundial 78 entre Argentina y Holanda, o la de España y Holanda de Sudáfrica 2010, para comprobar cómo el tiempo va acelerando el ritmo del juego. Cada vez hay que ser más preciso a mayor velocidad. Es prehistoria futbolística ver a los porteros recoger con las manos la cesión de un compañero, y ya ha desaparecido esa fascinación por la vagancia que exhibían algunos jugadores con un talento superior. Y queda claro, mirando en perspectiva, que los entrenadores se han adueñado del cerebro del juego. ¿Lo que no nos gusta también se llama evolución?