El 6 de febrero de 2021 Jorge Valdano escribió un nuevo artículo sobre la actualidad futbolística para El País. Aunque ya puedes leer el texto completo en la web del periódico, os dejamos aquí el artículo:

¿Cuánto vale Messi?

Existe una industria del espectáculo en la que el fútbol tiene una importancia medular y Leo asegura el poder de mantener encendido el televisor

El precio de un genio. Un tecnócrata aprendiz de brujo disparó contra Messi desde dentro del Barça. Como intentar derribar un águila real sin que entendamos las razones. Sorprende no ver carteles con un “se busca” para identificar al responsable. Si lo hizo para atenuar el poder simbólico de Messi, parece estúpido porque Leo ya es leyenda. Si es por razones económicas, será porque no se hizo preguntas de nivel 1. ¿Cuánto vale un jugador que es una máquina de generar prestigio y dinero? ¿Cuánto vale para un club (y para una ciudad) la imagen de una leyenda que proyecta una potente imagen global? ¿Cuánto vale la felicidad de estar representado por un genio en una causa popular y pasional como el fútbol? ¿Cuánto vale la impronta que dejará en la historia su paso por el Barça? Una pregunta comparativa para terminar: ¿Cuánto valdrá el tipo que hizo la filtración?

Leo y los aristócratas. Para poner en valor a determinados dioses vinculados al fútbol, me voy a valer de mi propio y vergonzante ejemplo. En mi adolescencia, busqué en un mapa la ciudad de Barcelona el día que el Barça fichó a Cruyff. Siento decirlo, pero no sabía donde estaba. Se trata de una ignorancia primaria, casi plebeya, en contraste con otra ignorancia de tipo aristocrática: la de aquellos que no terminan de reconocerle al fútbol su poder sociológico y lo subestiman. Son legión y ese desprecio lo proyectan en una figura como Messi, sin entender lo que significa para el club y mucho más allá: para Barcelona, Cataluña, España, LaLiga… Lo que arruina al Barça son los fichajes que pasan por un club costando una fortuna y el dial de la historia ni se inmuta. No Messi, que marca un antes y un después tras 15 años que nadie olvidará.

Vivir arriba de un escenario. Me fascina Messi. El futbolista y también el hombre, porque ser Messi debe de resultar muy complicado. Cualquiera que se pasa la vida arriba de un escenario, tarde o temprano se convierte en víctima. Pero Messi tiene un talento superior para jugar al fútbol y otro, no menor, para no caer en las trampas que tiende la fama. Juega, se va a su casa y se convierte en un señor cualquiera que lleva a sus hijos al colegio. Hasta creo que, después de cada partido, se saca su gloriosa zurda y la guarda en un armario hasta la siguiente ocasión en la que vuelve a disfrazarse de futbolista y a recibir el balón sin que sepamos lo que hará a continuación. La publicación de su contrato atrajo otra vez las miradas sobre el hombre/jugador y la respuesta fue la de siempre: jugar como si no hubiera leído la noticia. Un prodigio no futbolístico.

Una vaquita para pagarle. El Barça presume de tener 340 millones de barcelonistas en el mundo, o sea que Messi vale, para cada culé, 50 céntimos por año. Tirado. ¿Quién no haría ese esfuerzo para sentir que su orgullo de hincha está defendido por un genio? Y aún no he hablado de aquellos que, como yo, no somos del Barça, pero sí del fútbol. Porque otra pregunta posible es: si uno quiere el fútbol, ¿cómo no va a querer a Messi? Puesto a seguir con las preguntas, hagamos otra desde el lugar inverso: ¿cuántos, el día que se vaya Messi, mantendremos encendida la televisión? Amigo filtrador, en la justicia capitalista en la que todos estamos obligados a bailar, existe una industria del espectáculo en la que el fútbol tiene una importancia medular y el poder de mantener encendido el televisor que asegura Messi produce, y por lo tanto vale, muchísimo dinero. Si usted no lo entiende, debe dedicarse a otra cosa.