El 2 de enero de 2022 Jorge Valdano escribió un nuevo artículo sobre la actualidad futbolística para El País. Aunque ya puedes leer el texto completo en la web del periódico, os dejamos aquí el artículo:

Ancelotti y el fútbol de siempre

A veces la sabiduría consiste en saber elegir, dejar ser y no darse el pisto.

El vals y el perreo

Hay algo de antes en el Madrid de ahora. Algo del fútbol de siempre. Un equipo que no cabe en el big data ni se explica con palabrería táctica. Defensores que defienden, mediocampistas que juegan y delanteros goleadores. Pero, sobre todo, jugadores que conocen el oficio y que adaptan su rol al del compañero más cercano, logrando la armonía que le pedimos al buen funcionamiento colectivo. Solemos acudir a metáforas gastadas, como la de “jugadores que hablan un mismo idioma”. Pero la complementariedad que me gusta es la de jugadores que, hablando distintos idiomas, se entienden. Miremos si no la sociedad entre Benzema y Vinicius. Karim, antes acusado de melancólico, se come el campo y marea a los rivales bailando un vals con la pelota. Vinicius, antes acusado de deshacedor de goles, hoy perrea de un modo imparable y se amigó con la portería. Ninguno de los dos pierde el paso, al tiempo que resultan indescifrables para sus rivales. No me pregunten cómo lo hacen.

El tapón y el descorche

También en el centro del campo lo tradicional le gana a lo novedoso. El criterio de tres sabios se impone a la velocidad que pretende arrasar el juego. Kroos es el que va más lejos en el desafío a la rapidez. Se desmarca caminando, acelera trotando y termina poniendo la pelota donde más daño les hace a los rivales. Su primer control lleva un engaño dentro para ganar un segundo. En sus pies, un siglo. A su lado, Modric utiliza todas las superficies del pie para meter en el partido al equipo entero. Deslumbra con su precisión, divierte con su viveza y emociona con su esfuerzo. El tercer hombre es Casemiro y su función tiene nombre: volante tapón. Un gendarme que, parado en un esencial cruce de caminos, logra lo máximo que se le puede pedir a un jugador: hacer mejores a los demás.

Alta seguridad

En defensa, solo Alaba llegó para que el Madrid no llorara la viudedad de Ramos y Varane. Con el estilo pausado que caracteriza a todo crack y radiando los partidos como hacen los líderes, la camiseta del Madrid le quedó bien desde el primer día. A su lado, Militão somete a todo el que le pasa cerca con una exuberancia física que le permite ganar los duelos por tierra, mar y aire hasta convertir su nombre en un grito de guerra. Si algo falla queda Courtois, otro jugador que alcanzó un nivel extraordinario contagiado de la confianza ambiental. Quedan los laterales, que tienen asegurado el puesto, pero deben crecer. Carvajal es una garantía, pero sus continuas lesiones le quitaron seguridad. En cuanto a Mendy, aún no logró interpretar el perreo de Vinicius, invadiéndole el espacio más de lo conveniente.

El sentido de la medida

Para que todo esto se llame equipo, tiene que haber un entrenador que intervenga lo justo. Al tratarse de un grupo muy maduro, lo justo es: no demasiado. El manejo de la escena de Ancelotti es magnífico. En cada rueda de prensa da una exhibición de talento comunicacional. Pero los hechos importan más que el discurso. Carlo es italiano y fue un jugador clave del Milan de Arrigo Sacchi, lo que significa que, cuando la táctica empezó a estudiarse obsesivamente, él ya se la sabía de memoria. A veces la sabiduría consiste en saber elegir, dejar ser y no darse el pisto. Por esa razón considero que, en el último artículo del 2021, no podía faltar la frase del año: “Casemiro, Kroos y Modric hacen cosas que yo no les pido, y ahí no me meto”. Por supuesto la dijo Carlo Ancelotti, un sabio que le encontró la medida al desmedido fútbol de estos días.