A los dieciséis años recién cumplidos ingresó en la cantera de Newell´s Old Boys (Rosario), donde militó en las categorías inferiores. Con tan solo dieciocho años dio el salto a la primera plantilla del equipo, donde participó en la obtención del primer título de Liga en la historia de la institución y comenzó a labrarse una reputación como delantero.
Habiendo debutado ya en la Selección Mayor de Argentina, sus habilidades despertaron el interés de José María Zárraga, leyenda del Real Madrid y por entonces gerente del Deportivo Alavés, equipo al que se integró en 1975. El joven Valdano cumplía así su propósito de dar el salto a Europa con apenas 19 años, una rareza para la época. Permaneció en el club durante cuatro temporadas en Segunda División, un período más largo del previsto que le sirvió para optimizar sus recursos como delantero adaptándose a las singularidades del fútbol europeo.
Cada año varios equipos de Primera se interesaron por su contratación, pero finalmente fue el Real Zaragoza quien le fichó en 1979. En una estancia de cinco años (la más larga de su carrera) en el equipo aragonés, con el cual jugó 143 partidos y anotó 46 goles, Valdano se transformó en delantero de toda la cancha y acabó convirtiéndose en el capitán y líder de un equipo que se caracterizaba por su buen fútbol.
Su gran movilidad, manejo de ambas piernas y su excelente remate de cabeza no pasaron inadvertidas para los dirigentes y técnicos de otros equipos, y se entabló una lucha entre el Barcelona y el Real Madrid por hacerse con sus servicios. Valdano, primer jugador en quedar libre dentro de las arcaicas leyes deportivas del momento, terminó firmando un contrato con el Real Madrid en 1984. Su llegada al Club iba a coincidir con dos hechos destacables: la eclosión de la conocida “Quinta del Buitre”, con la que conectó plenamente en el terreno de juego; y el relevo presidencial, con la llegada de un Ramón Mendoza que representaba la modernidad.
Durante los años siguientes ganó dos Ligas, una Copa de la liga y dos Copas de la UEFA. Fue entonces cuando aquel equipo, que lograba remontadas increíbles en el ámbito europeo, logró gestas en el Santiago Bernabeu que siempre serán asociadas al “miedo escénico”, término que ponía en valor la influencia de una afición que reventaba el estadio con su asistencia y pasión.
A principios de 1987 se le detectó una hepatitis “B” que le retiró precipitadamente del fútbol. Hasta entonces había jugado un total de 228 partidos en la Primera División de España, consagrándose como uno de los mejores delanteros del momento.