El 14 de agosto de 2020 Jorge Valdano escribió un nuevo artículo sobre la actualidad futbolística para El País. Aunque ya puedes leer el texto completo en la web del periódico, os dejamos aquí el artículo:

Lo que Lisboa está enseñando

Si el fútbol fascina es porque tiene que ver con el orgullo, la identidad y la aspiración de grandeza. Con la gloria, si me apuran

¿Tanta pasión para tan poco?

El capitalismo ya ocupa todos los espacios, también el del fútbol. Como la practicidad no se discute y el fútbol no tiene hinchada propia, aceptamos con resignación las palabras de Simeone: “El resultado no es lo más importante, es lo único”. Los entrenadores tienen derecho a decirlo, porque son los primeros guillotinados por un mal resultado. Pero la frase es una falta de respeto al fútbol como fenómeno, ópera de los pobres que provoca sobresaltos emocionales, estéticos, y eleva, en ocasiones, a jugadores y equipos hasta cimas heroicas. Para Simeone el resultado es una cuestión de supervivencia, pero si el fútbol fascina es porque tiene que ver con el orgullo, la identidad y la aspiración de grandeza. Con la gloria, si me apuran. Si el único criterio social que mide el éxito es el dinero, no puede extrañarnos que el único criterio futbolístico que mida el éxito sea el triunfo.

El hermoso farol

Conozco muchos equipos que ocultan sus carencias con tácticas especulativas. El Atalanta prefiere esconder sus limitaciones con un funcionamiento descarado. Gasperini es como un insolente jugador de póker, que lo apuesta todo a ganador, sin importarle las cartas que tiene. El equipo se entrega a su idea con la fe de los creyentes y el sentido del riesgo de los aventureros. Al PSG le dio un susto de muerte mientras le duraron las fuerzas. Pero el talento cuenta mucho y el drama empezó cuando el jugador de póker tuvo que descartarse de su mejor jugador, el Papu Gómez, mientras su rival tenía a Mbappé en el banquillo para la última mano. Neymar, subido encima de una culebra, parecía querer ganar el partido solo, pero cuando entró Mbappé, subido encima de una moto, aquello se volvió imparable. El talento sigue siendo la carta más alta, pero honor al perdedor Atalanta que, con tan poco, hace tanto.

El fútbol que viene

Es hora de festejar la confirmación de un entrenador como Gasperini en el Atalanta o la aparición al máximo nivel de Nagelsmann (33 años) en el Leipzig, que empiezan a marcar tendencia. Los dos buscan la creación de espacios con movimientos que rompen la previsibilidad. La simetría ayuda al orden y a la sensación de seguridad, pero en ataque sirve la asimetría para desequilibrar. Esa es la idea que sustenta la atractiva revolución de Gasperini, que lo cuenta así: “La simetría sirve para no perder, pero la asimetría para ganar”. En cuanto al joven Nagelsmann, compromete a sus jugadores para la práctica de un juego dinámico, desinhibido y ambicioso en el que todos quieren el balón para soltarlo a uno o dos toques. Aprovechan todo el ancho del campo, pero sin irse por las ramas. Nadie se esconde en lo que es un compromiso colectivo tanto para la destrucción como para la construcción de juego.

Copiar a los copiadores

España, con un juego atractivo y ganador, se convirtió en referencia mundial. Aquel modelo de juego definido por las tres pes (posición, posesión y presión), fue copiado a destajo. Diez años después, los imitadores nos muestran versiones mejoradas de aquella matriz. Equipos que aumentaron la precisión en velocidad, lo que le pone acento a la técnica individual. Equipos con una gran movilidad, lo que pone en valor la preparación física. Equipos con un funcionamiento armonioso en el ida y vuelta, lo que nos habla de una mayor sofisticación táctica. Equipos convencidos que juegan con una enorme decisión, lo que nos habla de una buena mentalización… Mientras tanto, el fútbol español parece haberse estancado, con el orgullo, y tal vez la soberbia, del inventor. Si la Liga se duerme y tarda en reaccionar, llegará un momento en que habrá que salir a copiar a quienes tomaron la delantera.